Bajando hacia el embalse de Barasona, con las vistas monumentales del Pirineo del Sobrarbe y Ribagorza y a la protección de la Sierra de Carrodilla, se encuentra Aler, frontera con el municipio de Graus, barrera para las nieblas que suben del Ésera e invisible orilla donde se mezclan las lenguas.
La herencia medieval registra su configuración como baluarte. Acorazado sobre un tozal, resguardado de los posibles ataques que ahora nadie espera. A los restos de una muralla se une la construcción del 'castillo', palacio fortificado que corona un núcleo urbano pequeño con una plazoleta que da la bienvenida al visitante y varias calles que caen en la ladera.
De su patrimonio destaca la iglesia parroquial de Santa María, con su singular torre octogonal, que fue consagrada por el histórico obispo de Roda, San Ramón en 1105. Alrededor del pueblo se encuentran otras ermitas, la de San Martín, la de San Pedro, al que se consagran las fiestas de la localidad, y los restos de la iglesia de San Donato, en el Mas de Puybert.
Desde Aler es posible realizar varias excursiones. La más reseñada es la que acerca al andante a la prehistoria. Los conjuntos megalíticos de los dólmenes del Mas de Abat y del Mas de Balón merecen un vistazo curioso. Cerca de la localidad se halla una masía convertida en museo etnográfico, el Mas de Puybert, visitable bajo reserva y que guarda entre sus muros de piedra la tradición de las labores del campo y de la casa