En el valle del Cajigar, tras su afamado congosto, frente a Ciscar, Antenza guarda la tranquilidad en medio de campos. Su pasado almacena historias de grandes hombres y mujeres en un casco urbano reducido a varias casas habitadas. El acceso, por la carretera de Caladrones, se hace por un puente sobre el irregular caudal que baja del norte y desciende hacia el cercano embalse de Canelles.

 

El linaje de Antença fue originario de este lugar para luego extender su Baronía por tierras del Ebro en tiempos de conquista medieval. De este legado se guarda en el pueblo la casa de la Reina Teresa de Antença, mujer de Alfonso IV, Rey de Aragón. Esta construcción junto a la iglesia románica de San Jaime son los dos ejemplos más destacados de su patrimonio.